Con este post doy comienzo a una serie sobre cocina y diseñadores que me encantaban y han desaparecido de la élite mundial de mis diseñadores favoritos. Esto quiere decir, que por unos motivos u otros, han vendido su nombre o su marca, se han vendido, se les ha terminado la inspiración o se han quedado sin money money para continuar con lo que les gustaba hacer, y han desaparecido total o parcialmente de la primera plana.
¿Y porqué una serie de cocina con estos argumentos?, pues porque siempre que hago estos deliciosos Gigli me acuerdo de mi Romeo, ¡ay, mi Romeo!. Cuando estudiaba, Romeo Gigli era uno de mis diseñadores favoritos, tanto es así, que cuando tuvimos que hacer ilustraciones de la colección de un diseñador, yo escogí la que había hecho para Callaghan que me entusiasmó.
Podéis buscar su nombre en Google, ya sé que sigue diseñando, pero también sé que ya no me deja ojiplática cuando veo algo suyo, aunque tampoco me disgusta, eso es cierto. Así que, unos Gigli con queso azul para Romeo Gigli.
Ingredientes para dos personas:
200 grs. de pasta Gigli
Un brik pequeño, de 200ml de nata para cocinar.
50 grs. de queso azul danés.
Bacon (lo que tenéis en la foto para dos personas vale)
Aceite, sal y pimienta negra
En primer lugar se pone agua a hervir para cocer la pasta, obvio.
A continuación, en una sartén se pone aceite, como para cubrir el fondo nada más, y se echa el bacon...
Cuando está hecho pero sin tostar, se echa media terrina como la que tenemos en la foto, son 50 gramos aproximadamente, si nos gusta con más sabor se echa más, va en gustos...
Seguidamente se echa un brik de nata para cocinar de 200 ml. y se salpimenta, también a gustos, yo casi no pongo sal, pero pongo bastante pimienta negra...
A todo esto, el agua ya está hirviendo y echamos los Gigli, a poder ser, evitando que se nos empañe el objetivo de la cámara si cometemos la tontería de hacer fotos con una mano y echarlos con la otra...
Les cuesta cocer unos 10 minutos, así conseguiremos que la pasta y la salsa estén al mismo tiempo
Lo mezclamos en la cazuela y servimos calentito.
Tiene este maravilloso aspecto en el plato, sabe y huele de maravilla y es un éxito a pesar de su sencillez o precisamente por ello...
Yo lo acompaño con una ensalada de tomate, atún en aceite de oliva y aceitunas negras de aragón (se me han olvidado las aceitunas, que nosotros llamamos olivas, cosas del idioma, sorry) que le da un punto refrescante.
Así que aquí tienes Romeo, ay, mi Romeo Gigli, bon profit.