Fin de semana... ahita estoy

El fin de semana está concebido para descansar... en teoría, nosotros lo utilizamos para esto y mucho más, por ejemplo cuidar las plantas, pintar (de brocha gorda, el marío), pero sobre todo, he llegado a la conclusión de que cocinar y comer es lo que ocupa el centro de nuestra existencia este par de días.
Este fin de semana me he dedicado a hacer unas cuantas fotos de ello, no de todo, para que no penséis que he vuelto con doscientos kilos más, pero si de las comidas principales.
Mis padres tienen un pequeño huerto en la parte trasera de la casa, y esto es una gozada porque los productos pasan directamente de la huerta a la cazuela.

El sábado tocaba arroz al horno, el aspecto del mismo que, sabía a gloria, y no lo digo por decir, es que era una pasada, era este, la receta me la reservo para otro post u otro blog, ya veremos.

Las rosas están en pleno apogeo, aunque este año se las llevó el viento casi todas, aún nos quedan como ambientador natural porque huelen intensamente.

El domingo tocaba fideua, ya en nuestra casa sin huerto, pero con una tinaja y un lebrillo preciosos.

Yo quería mostraros como se hace la paella a la leña pero los cocineros decidieron que este finde tocaba arroz al horno y fideua, así que esto es lo que hay. El pescado lo compré yo, y como me levanté algo tarde, pues ya no había de todo, claro, y con lo que quedaba salió una fideua buenísima, pero me dijeron que le faltaban "cacharros" para estar de fotos, pero a mi me da igual, porque daba gloria comérsela.

Con el pescado que utilizamos para hacer el caldo y la patata, el "señor de la cocina" hace estos aperitivos, aquí no se tira nada de nada, buenísimo. Con esto y unas clóchinas, divino...

Aquí el paellero, barbacoa o como queráis llamarlo en plena ebullición...

Y este es el resultado final, los fideos solo cubren el fondo, osea que debajo está caramelizado... mmmm no os digo más. Aunque no hubieran cigalas, os aseguro que no las echamos de menos.

P.D. La primera foto justifica que esto sea un blog de moda, así han acabado las preciosas patas de las viejas máquinas de coser, en los jardines o debajo de algún televisor. Pero las otras se guardan en cualquier rinconcillo, más práctico pero menos bonito.